Radio Atalaya FM 107.3

sábado, 17 de septiembre de 2016

Termens: un lugar muy especial

No hay nada como conocer, y mejor aún re-conocer, realidades que habitualmente nos pasan inadvertidas teniendo una importancia realmente significativa.

Es lo que ocurre cuando se visita alguna ciudad y se ven por fuera sus monumentos de manera superficial. En algunos de ellos, al entrar, descubrimos auténticas obras de arte que, como pasa con los tesoros ocultos, nos sorprenden y necesitan que nos adentremos para conocerlos.

Hace unos días, fui con unos amigos para ver lugares de Cabra que nos gusta mostrar con orgullo patrio - en el sentido más rilkeniano del término - a nuestros invitados. Uno de ellos es la Fundación Termens, donde no solo conocimos el tesoro artístico de su interior. Tuvimos la dicha de conocer, de primera mano, el considerado auténtico tesoro de la casa: las personas especiales que acuden al colegio, los hombres y mujeres que con las religiosas forman una comunidad educativa que atiende las necesidades especialísimas de la cincuentena de personas de todas las edades que reciben atención allí, en el Colegio Niño Jesús de las Hijas de la Caridad de Cabra. Un lugar, que por cercano y cotidiano, como ocurre con lo realmente importante, puede pasarnos inadvertido. Y qué satisfacción al re-descubrirlo o al conocerlo por vez primera.

Al volver a Termens vienen al presente los recuerdos de la infancia en aquellas aulas del antiguo colegio donde aprendí las primeras letras, conocí las primeras amistades y compartí los primeros pasos en la formación integral como persona. El cariño hacia aquella institución y el afecto a las personas que han formado y forman su comunidad, las Hijas de la Caridad, añade otro factor que hace la visita más entrañable aún. El espectacular conjunto de obras de arte que alberga, la capilla, con el panteón de la Vizcondesa y la historia de esta singularísima mujer, son otros aspectos que, aunque puedan parecer materiales, están llenos de sentido y riqueza también inmaterial. El entorno sigue sumando para completar los atractivos, en esa especie de oasis céntrico, de un espacio que se nos presenta impecable, cuidado, bien estructurado, armónico y que ayuda sobre manera para que nuestra visita a Termens sea siempre, siempre, muy satisfactoria.


El colegio es distinto como son distintas las personas que forman su alumnado. El ambiente de las espaciosas aulas y de los talleres desde las edades más tempranas hasta los 21 años, permite que el profesorado con sus monitores y personas de apoyo, se dedique con auténtica pasión por esa tarea educativa que descubrimos en cada una de sus distintas facetas. Nada es indiferente en un sitio así, donde las necesidades especiales son atendidas de manera específica.

Al no estar sor Pilar, hicimos con sor Emilia un recorrido por todo el centro comprobando el nivel y la calidad que ofrecen sus instalaciones. Llama la atención la profesionalidad, la dedicación, el cariño y la auténtica vocación de las personas que trabajan con los niños y niñas y también con los jóvenes para conseguir que, en la medida de sus posibilidades y circunstancias físico-psíquicas, tengan una autonomía personal a la hora de dejar este colegio.

Nos contaron los problemas con el transporte, que dificulta la asistencia de alumnado de otros municipios que acude al centro: no podrán hacerlo si no cuentan con esos medios. Y el esfuerzo que supone mantenerlo todo en perfectas condiciones. Los recortes no deberían, ya lo sabemos, afectar a este tipo de necesidades. Y nos dijeron que a veces hay carencias que, aun siendo centro concertado, suponen un esfuerzo añadido para mantener la calidad, el nivel de atención y la adaptación de los espacios, los materiales y cuántas necesidades del alumnado han de ser cubiertas. Y para eso, siempre está detrás la comunidad, para mantener lo que haga falta en este centro que tenemos en Cabra.

Nos decía su directora, Conchi Fernández, que este colegio no es un lugar como los que había antiguamente cuando se “encerraba” a estas personas, ¡ni mucho menos!. Es un centro donde se trabaja la estimulación y el desarrollo adaptados a cada una de las etapas, edades y circunstancias personales del alumnado. Donde se desarrolla el proyecto educativo y el proyecto curricular de un centro específico de Educación Especial y nada se deja al azar. El profesorado, monitores, las propias religiosas y todo el personal, conforman junto al alumnado, una comunidad educativa que, como este colegio, es muy especial y goza de una grandísima profesionalidad.

Al comienzo de este curso hemos tenido la ocasión de volver a visitar Termens, algo que siempre es enormemente gratificante. El recorrido, completo, ha sido muy significativo, no solo hemos vuelto a admirar las esculturas y obras de arte modernistas que guarda su interior. Nos ha vuelto a brindar la oportunidad de actualizar lo que allí ocurre cada curso escolar y que nos ha permitido recordar que estamos ante una educación y un lugar muy, muy especial. 

Créanme que merece la pena conocerlo en toda su extensión.


sábado, 3 de septiembre de 2016

3 de septiembre

Los sones de un viejo tambor y el revoleo de una bandera de colores, abren una jornada que se anticipa a las fiestas y ya tiene visos de ser festiva en sí misma.

Tiempo de reencuentros, de emociones compartidas, de ferias y fiestas, de aniversarios y celebraciones.

Momentos para hablar de aquello que dejamos aparcado hace un año o más, y que ahora cobra nuevo protagonismo con el viejo lema del "decíamos ayer... ". Y efectivamente parece que fue ayer y ya es ahora.

Entre los reencuentros no falta el de la amistad forjada con los años y renovada en el momento de verse de nuevo. Unos más distantes, otros más cercanos, todos, al fin, intensos. Vascos, catalanes, andaluces. Todos amigos. Y eso es lo verdaderamente genuino.

Hablaba hoy con uno de esos amigos que se fueron y que ahora son tan catalanes como los payeses de siempre. Y comentaba lo de un portavoz catalanista, de la ERC, que ayer afrentó a Rajoy en el Congreso con preguntas duras y complejas.

No entraré en el triste panorama de una política sin políticos de altura, pues parece que solo están para cobrar los sueldos que les pagamos con nuestros impuestos. Y en lo de vernos abocados a unas terceras elecciones ... No entraré, de verdad. No quiero hacerlo.

Ese viejo amigo, tan andaluz como catalán, me decía que uno de los problemas que se viven en los bloques de pisos de los vecinos de las ciudades catalanas que se llenaron con los emigrantes andaluces, extremeños o gallegos es, sobre todo y lamentablemente, el de la convivencia, la tolerancia y el respeto por lo que unos y otros consideran sentimiento político del futuro de Cataluña.

Es difícil para muchos de ellos, que se fueron de sitios como Cabra, por ejemplo, ver cómo sus hijos o nietos son los más independentistas del movimiento que apoya a las izquierdas catalanistas. Y esos emigrantes de antaño sufren con estas realidades.

Y cuando un egabrense que ha vivido y vive con cercanía todo lo que se mueve alrededor de aquello, te cuenta que el problema de fondo es muy distinto al político y que lo que, de verdad le asusta es como se desenvuelva este proceso entre las personas de la misma familia o del mismo bloque, la verdad es que uno empieza a comprender que aquello tiene una magnitud mucho más compleja de lo que nos aproxima la prensa y los contertulios de tres al cuarto. Por no hablar de los intereses abyectos y ruines que haya detrás de la élite que mueve los hilos de todo esto.

Decía, y le decía a mi viejo amigo, que la intervención del republicano
Rufián en el Congreso me llamó la atención. Él es un especialista de su manera de actuar en política y creo, por lo que he leído, que ha sido uno de los discursos más llamativos de la penosa sesión de investidura que hemos tenido que volver a vivir por segunda vez en tan poco tiempo.

Y mi amigo me decía que su familia es andaluza y que vive en Santa Coloma. Y que el problema, insistía, es de familias, de vecinos de bloque o de barrio, de asociaciones culturales andaluzas. Es un problema de las personas que, desde sus tierras de origen - casi todas del Sur - han construido esa Cataluña diversa y plural que se ha forjado gracias al esfuerzo de tantos llegados de muy diversos sitios.

Ahí está el auténtico conflicto, que se eleva a la categoría de social pasando así de un ámbito más reducido. Lo de menos es ser monolingües, bilingües o trilingües. Y el conflicto se traduce en no saber entenderse, aunque sea en la lengua común que sirve de canal de comunicación. Porque lo patético es que formemos parte de la especie que ha hecho de la palabra una evolución significativa en el mundo natural y que no seamos capaces de entendernos.