Radio Atalaya FM 107.3

lunes, 1 de agosto de 2011

Vivooooo!!!!!.

Eso me dijo la última vez que hablábamos por teléfono. Hace poco. Una de las tantas veces que me llamaba para comentarme algo sobre Cabra, sus plenos, sus cosas, sus noticias. Sobre La Opinión. O sobre cualquier otra cosa de las muchas que teníamos en común.

Durante muchos años hemos compartido amistad, familiaridad, cariño, discrepancias. Aprendimos de él tanto, tanto, que quizá hasta ahora no hayamos reparado en lo mucho que nos aportó y creo que nos aportará para siempre.

No hablaré de los muchos recuerdos compartidos con tanta gente y que son reflejo de lo mucho que nos ofrecía desde su antena amiga cuando cada mañana empezaba con su voz. Ni tampoco de los que están grabados en formatos que se conservan en nuestra Biblioteca y en otros archivos de amigos y particulares o en periódicos y revistas. Ni en los cassetes que guardan sus pregones o sus recitales. Ni de los muchos consejos y colaboraciones que recibí en la etapa en que él me llamaba "consejil".

Sí quiero recordar especialmente aquellos años ochenta y pico que fueron tan importantes para nosotros en Granada. Donde me acogieron como hijo adoptivo en su casa, aquella de la calle Marín Ocete, que fue también la mía durante los primeros meses en la ciudad del Albaycín y de la Alhamabra. Ciudad que luego, cuando Paco y Josefina se trasladaron a Sevilla, seguí compartiendo con Maria José.

Hoy recuerdo las veces que subíamos a la Peña la Platería para escuchar a Manolo Benítez Carrasco. O las que nos llevaron hasta la Basílica de las Angustias de Granada para que recibiera el título de Caballero Horquillero de la Patrona granadina. Qué decir de los muchos momentos cofrades, especialmente los vividos cerca del Paseo de los Tristes, esperando la procesión de la "Concha" y el "Manué". En el Mirador de San Nicolás, en los Festivales o en la plaza de Bib-rambla.

Y tantos viajes a Cabra, desde el Darro y el Genil, con el "Compae", con Paco Quirós o Sebastianico. Y aquellas ferias del Corpus, entre la radio y los muchos amigos que su bondad le granjearon. Cuando empezaba a tomar cuerpo el ferial de Almanjayar (“al más allá” en el dicho granaíno).

Recuerdo especialmente uno de los fines de semana que veníamos y traíamos en mi coche a Manolo Benítez Carrasco, que venía pensando en comer en Los Pelaos y que luego se quedó con las ganas por estar cerrado. Creo que al final no comimos nada, pero veníamos pletóricos con un espléndido mano a mano de rapsodas. Benítez Carrasco y Paco Carmona. De Granada a Cabra. Suspiros del Genil a orillas del Cabra. Neveros de la Sierra y verdor de la Nava. De la Placeta del Salvador a la de San Agustín.

Hoy la alegría de la Sierra, que tantas veces inmortalizó y que tienen en "el cuatro a las cuatro" la más significativa de las emociones que Paco fraguó para Cabra, se torna pena de las Angustias. Pero como Ella bien sabe, pena pasajera, pues la fugacidad de una muerte solo cierra un período que abre la eternidad. Por Amor, solo por Amor....

No pueden recogerse en unas líneas las muchas vivencias y sensaciones que gracias a mi amistad con Maria José, la vida nos permitió compartir hasta hace apenas unos días. Hoy tengo que pedirle a ella que lo siga sintiéndo de la misma manera que lo ha sentido hasta que se apagó su aliento. Y que va a estar a su lado para siempre. De otra forma, sí, pero para siempre. Lo se por experiencia propia y Maria José, Josefina, todos vosotros, Paco, Belén, Rodrigo, Pedro, lo vais a sentir así también. Estoy seguro que él no va a defraudaros tampoco ahora. Al contrario.

La eternidad de una Voz, de una persona entrañable y crítica, especial y sincera, la de un padre, un esposo, un abuelo y un amigo, no quedan atrás con la muerte. Es vida que se transforma en una dimensión distinta que nos cuesta aprender a identificar, pero que una vez aprehendida se torna dichosa con una nueva presencia que permanece para siempre.

Así lo siento. Su voz, inconfundible, responde al preguntarle ¿cómo estás, Paco?:

¡VIVO!

1 comentario:

MJ Carmona dijo...

No tengo palabras, Antonio. Sólo puedo decirte gracias desde lo más profundo de mi corazón.