Radio Atalaya FM 107.3

martes, 24 de marzo de 2020

#YoMeQuedoEnCasa - Día décimo - Frontera


24 de marzo - Día décimo

Cuando pase todo esto diremos que nos tocó vivir en la época del coronavirus. Que fue una pandemia que nos obligó a replantearnos las cosas y que tuvimos que aprender a vivir, día a día, en un confinamiento que no era otra cosa que estar en contacto con lo diferente. Cada día haciendo equilibrios para no caer en la apatía, en la desesperanza o en el miedo. Que fue un choque con nuestra cotidianeidad situándonos en la tesitura de estar ante algo totalmente desconocido.

Y en estas me da por pensar que estamos viviendo una situación de frontera. Que estamos tendiendo puentes entre unos y otros para superar “esta lejanía que duele cada día” como dice la canción que os dejo


Estamos aprendiendo a situarnos ante un campo de tensión y lo hacemos reflexionando sobre cómo pensamos, cómo dialogamos, cómo creemos, cómo convivimos y, sobre todo, cómo superamos lo mejor posible lo que nos está pasando.

Nuestra frontera es ahora la puerta de la casa y comprendemos que una barrera es más compleja de lo que nos parecía sin percibirla tan cercana. Y tal vez podamos aprender también que habrá que ir eliminando fronteras, ahora que nos vemos obligados a no traspasarlas.

Marrakech 
En la frontera se cuestionan las seguridades, se produce un conjunto de relaciones que a veces incluso nos hace crear también fronteras en lo cercano. Por eso, tal vez empiece a ver que la frontera tendría que ser cercanía y proximidad, cerrar puertas a la indiferencia o al no compromiso, imaginar una tierra de todos más que una tierra de nadie.

Y compruebo que la dimensión de la frontera nos lleva a mirar cuestiones internas, a hablar de lo que pasa en los espacios que obligatoriamente tenemos que compartir, a no saber muy bien cuándo o cómo saldremos de esta.

Sí. Tal vez seamos como migrantes en una situación complicada, pero nada que ver con aquellas personas que llevan años sin saber cuándo terminará ni cómo, su travesía. Y no digamos las que están pasando por la enfermedad o las que nos ayudan cada día a superarla. 

Por eso hoy, mi confinamiento quiere ser un toque de atención al desafío que tenemos por delante: cumplir con disciplina lo que nos dicen para salir de esta situación y desde la esperanza comprender a cuantos viven en fronteras donde es casi imposible vivir.

¡Nos vemos y escuchamos a las ocho de la tarde en los balcones y ventanas!

Una cita

Una variación infinita animaba ahora diariamente la sordidez de mi celda, y la regularidad de mis ejercicios fue devolviendo a mis facultades intelectuales su socavada seguridad; sentía cómo la perpetua disciplina a la que ahora se veía sometida mi mente le había devuelto la agudeza y la prontitud.

Stefan Zweig
Novela de ajedrez
Acantilado 2001

lunes, 23 de marzo de 2020

#YoMeQuedoEnCasa - Día noveno - Cintas de casete


23 de marzo - Día noveno


Mientras intento no prestar demasiada atención a las noticias, hoy en vez de fotos, me pongo a mirar en una de esas cajas que no sé cuánto tiempo lleva cerrada. La abro y me encuentro con otra cajita, más pequeña, que tiene una pegatina envejecida, amarillenta, en la que con una tinta de bolígrafo desteñida se lee: cintas de cassette.

Al abrirla me encuentro con recuerdos de los años 80 y 90 del siglo XX, en los que, grabadas, están las canciones y algunos otros asuntos que marcaron una época.

Especial sentido tienen unas cintas que me grababa mi amiga María José Carmona y que fueron mis compañeras de viaje en no pocos recorridos de Granada a Cabra. Durante años han permanecido guardadas y ahora, de nuevo, vuelven a recordarme que son no solo la sintonía de nuestra vida sino la vida misma hecha sintonía. Son clásicos de aquellos años granadinos que siempre llevo presentes.

Alguna es especial por lo que significa, pero son un todo que merece la pena volver a escuchar en un viejo radiocasete que, afortunadamente, conservo para poder reproducirlas. La lista me sirve para crear una nueva en las plataformas actuales y así oir las canciones de aquella época. 

Les dejo una de ellas. 


Y es que nunca me acuesto sin haber aprendido algo nuevo... ¡grande Coppini!

Sigo en el confinamiento y me llegan mensajes con noticias poco alentadoras, con cifras y datos que empeoran la situación, sabiendo que esto se alarga más de lo previsto. Alguna persona muy cercana sufre síntomas y eso hace que la preocupación sea mayor aún de lo que ya lo era. 

Y vuelve a planear la duda razonable de si no hemos sabido actuar a tiempo cuando la cosa empezaba. Ahora, lo que importa, es que hagamos lo que hay que hacer y cumplamos todo lo que se nos pide para atajar este crecimiento que, cada día, nos hace más frágiles ante tamaña pandemia. Ya habrá tiempo, y con todos los énfasis y vehemencia que queramos, de evaluar lo que se hizo y cómo se hizo. 

Hoy, (y mañana, y pasado y al otro...) actuar conforme nos digan es la prioridad inexcusable para que seamos capaces de parar, en el tiempo más corto posible, este mal que azota nuestro mundo. Y seguir aprendiendo de lo que está pasando y cómo lo estamos viviendo. 

¡Ánimo!, yo, además, también rezo. 


Una cita

"De vuelta a casa encendí la chimenea y pensé: otra vez aquí sentado y lo mismo podría estar en Berlín o en América, o muerto hace tiempo, que mi actividad y mi vida no son útiles para nadie, transcurren solitarias, encerradas en sí mismas, sin fruto". 

Hermann Hesse
Obstinación. Escritos autobiográficos.
Alianza Ed.  1979

domingo, 22 de marzo de 2020

#YoMeQuedoEnCasa - Día octavo - Laetare


22 de marzo - Día octavo


Alegraos…

Escucho el tic tac del reloj de sobremesa en el silencio que acompaña este domingo. 
Llueve ligeramente y al asomarme a la ventana noto que hace más fresco. 
De pronto surgen con fuerza algunos rayos de sol. 
La calle está en calma. 
Es primavera.

Membrillos en flor en la vega del río Salado, en Azores. E.G.R.

Pasan los días. Los llevamos con preocupación o dudas, con algo de miedo, cumpliendo lo impuesto, con más multas de lo deseable. Mil historias habremos buscado y estamos compartiendo en las horas, minutos y segundos de estos días. Unas más alegres otras menos.

Este domingo se viste de rosa. Es una antigua costumbre cuaresmal que cambia el morado para llamar la atención porque ya queda menos para la Pascua. En esta cuaresma del confinamiento nos viene bien una imagen así, en rosa, como los membrillos en flor, para que lo cotidiano se torne más liviano y sintamos que ya queda menos para llegar al final de esta situación.



Hoy, además, podemos tomar en casa un buen pincho de felicidad porque “darle la vuelta a la tortilla”, puede ser la mejor manera de aprender a ver las cosas de otra manera. Pasarán estos días de confinamiento y habremos aprendido que todo esto nos ha servido para pasar mejor el resto de nuestra vida. 

Mañana habrá que continuar con el confinamiento y seguir encerrados con paciencia para superar la crisis del coronavirus. Es ocasión de descubrir algo nuevo cada día y no caer en la rutina de unos días que se antojan largos. El cansancio puede presentarse, pero vamos a plantarle cara dándole la vuelta a la tortilla. Os dejo este enlace musical por si os apetece. A mi me gusta mucho

 Dale la vuelta a la tortilla

Todas las personas que día a día lo están dando todo por cuidar, atender, vigilar, rezar, seguir ofreciéndonos lo imprescindible, informar, y un largo etcétera merecen nuestra gratitud y nos dan la confianza para sentir alegría en este domingo cuyo nombre – Laetare - viene de la antífona de la liturgia que se viste de rosa en medio de estos cuarenta días.

Y como si fuera un desierto que nos parece inmenso y difícil de recorrer, esta travesía, si no desfallecemos, solo será un recuerdo. 


Una cita

El muchacho entendió lo que el camellero quería decir, aun sin haber pisado nunca antes un desierto. Cada vez que miraba el mar o el fuego era capaz de quedarse horas callado, sin pensar en nada, sumergido en la inmensidad y la fuerza de los elementos. “Aprendí con las ovejas y aprendí con los cristales – pensó - puedo aprender también con el desierto. 
Él me parece más viejo y más sabio”. 

Paulo Coelho
El Alquimista
Planeta  / Espasa 2004

sábado, 21 de marzo de 2020

#YoMeQuedoEnCasa - Día Séptimo - Descanso

21 de marzo - Día séptimo


     ... y al séptimo, descansó.



Una cita

"El descanso real siempre es un volver sobre uno mismo y recuperarse, es decir, recuperar el ser. Con el descanso no vamos sino construyendo en nosotros una nueva consistencia interior que nos permita espesarnos, cohesionarnos e integrarnos". 

Descanser - Descansar para ser
José María Toro
Descleé De Brouwer, 2010




    Una imagen


       Jean Francoise Millet
       Descanso al mediodía / La méridienne
       Museum of Fine Arts, Boston, EEUU

       Una canción
       Silvio Rodriguez nos deja una canción...


viernes, 20 de marzo de 2020

#YoMeQuedoEnCasa - Día sexto- Tiempo


20 de marzo - Día sexto

Sigo con las fotos y me encuentro con una de un viaje que hice un mes de marzo a Braga en Portugal. Subí al vía crucis más singular y espectacular de cuantos he conocido, el del santuario de Bom Jesus.

Entre las fotos encuentro una que me sirve para representar que la primavera quiere abrirse paso. Y así un árbol florece tras una reja cerrada y las flores traspasan la puerta como queriendo vencer su encierro. Porque hoy ha comenzado la primavera, aunque vayamos a percibirla cuando pase algún tiempo. Tiempo que estos días estamos aprendiendo a percibir con otra perspectiva. Y en este viernes cuaresmal que abre las puertas a una nueva primavera, tengo también una alegría especial porque mi amiga Ana que ha tenido el coronavirus, ha sido dada de alta y ya está en su casa recuperándose.

Decía Aristóteles que “cuando nada cambia en nuestro pensamiento o cambia sin que lo advirtamos, entonces no nos parece que haya pasado tiempo”. Pues ha pasado el tiempo porque están cambiando cosas y lo estamos notando. Lo mismo que el calendario y el reloj siguen avanzando, y que la ansiedad o la duda de este tiempo nos puede angustiar, recibir un mensaje como el de Ana abre una puerta a la esperanza.

Ella nos daba ayer un mensaje sencillo, corto y claro, dando ánimo. Que tengamos paciencia, que nos quedemos en casa, que valoremos todo lo que tenemos, que cumplamos lo que nos dicen y desde su fe sincera nos invitaba también a “confiar en el Señor”. No le faltaron palabras de gratitud al personal del hospital de Cabra y a las personas que la han atendido o a los mensajes que le han hecho no sentirse sola en esta travesía. Hemos llegado al día sexto de este confinamiento y quizá sus palabras sean más que ilustrativas de lo que podemos hacer: esperar, valorar, confiar, agradecer, cumplir. Y reflexionar porque como ella decía, ahora “tenemos tiempo para hacerlo”.

La pautas de la medida del tiempo, más allá del deseo humano de hacerlo, vienen marcadas por la rotación de la tierra o los ciclos de la luna y el sol, algo que no podemos controlar. Y así pasamos del invierno a la primavera en este equinoccio (¡qué palabra más bella!). Por las noches veremos que la luna se va agrandando para llegar al plenilunio de Nisán que este año será muy, muy distinto.

Estamos aprendiendo muchas cosas que espero nos sirvan para el futuro que está por llegar. Entre ellas que las certidumbres son tan frágiles como nuestra propia naturaleza. Lo mismo tendremos que conocerla y entenderla mejor para ver cuáles son las posibilidades y oportunidades que tenemos por delante. 

Como decía Ana, ahora que tenemos tiempo, vamos a reflexionar.


Una cita

“El dilema de Epicuro enfrentó el determinismo postulado por los físicos de su época. Hoy la situación es otra. Las ciencias confirman nuestra experiencia de la temporalidad: vivimos en un universo en evolución. Las leyes de la Naturaleza adquieren una nueva significación: ya no tratan de certidumbres sino de posibilidades”.

Ilya Prigogine
El fin de las certidumbres
Taurus 1997



jueves, 19 de marzo de 2020

#YoMeQuedoEnCasa - Día quinto - Videoconferencia


19 de marzo - Día quinto

Nos toca vivir este confinamiento por el coronavirus en el tiempo de la comunicación total. Parece lejano y hace apenas unos días que se nos venía alertando del aislamiento por estar enganchados a los móviles perdiendo la cercanía de los contactos personales. ¡Ay, quien iba a imaginar que no íbamos a poder vernos, abrazarnos, saludarnos o tomar algo juntos!. Así que, otro aprendizaje más. 

Como no hay mal que por bien no venga, las posibilidades de estar en contacto virtual son un estupendo aliado que nos viene de perilla. Ya, ya sé que el aplauso de las ocho - con todos sus aditamentos - nos hace sentir que no estamos solos. Sirve para reconocer a tantas personas (algunas muy cercanas) que atienden y mantienen la sanidad, la limpieza, los servicios básicos, la alimentación, el pan, los bancos, las tiendas y supermercados o los medios de comunicación, maestras y maestros, y seguro que hay más... 

Pero ¿no es verdad que nos viene muy bien saber que hay alguien más allá de las ventanas? Gente que, como nosotros, vive en este castillo interior que, parafraseando a santa Teresa de Ávila en sus Moradas, es “nuestro consuelo pues no hace falta permiso de los superiores para pasear por él a cualquier hora”. Me parece que este confinamiento nos puede ayudar a situar cada cosa en su sitio, no solo en casa, sino también a valorar lo importante. Y además, a usar mejor herramientas como la videoconferencia. 




 Las videoconferencias hacen más cercana la comunicación y en mi tarea de ordenar fotos digitales, me topo con esta que me recuerda la primera vez que participé en una video. Hace más de quince años y se hablaba que iba a ser herramienta fundamental un nuevo escenario laboral. Están buena parte de mis compañeras y amigas de trabajo (imbatibles cocos) que me enseñaron a defender la integración de los valores familiares en la empresa y la necesidad de buscar mecanismos para una transformación de calado.

Todo se transforma, de Jorge Drexler, desde el Teatro Solís, de Montevideo

Hoy tendré alguna videoconferencia y videollamada. Aprovecharé para hablar con mis cercanos, ahora distantes físicamente, para felicitarlos por san José, que hoy es su fiesta, incluso para practicar inglés o para charlar con familia y amigos, desde casa, claro, pero con imagen y sonido, que para eso esta herramienta nos ayuda a suplir no vernos en alguna terraza o estar físicamente en una reunión. A ver si cuando pase esto tampoco se nos olvida que la flexibilidad que estamos practicando estos días, es una buena aliada de la conciliación y nos ayuda más a compartir mejor la vida cotidiana.

¡Ah! mi madre me ha recordado, en una de las múltiples llamadas diaria, que es por san José cuando hay que plantar las pepitas de las guindillas rojas. ¡Que dicha que ella siga marcando el tiempo a través de un calendario tan auténtico y nos lo enseñe!


 Una cita 

Si la identidad de pueblo está fundada de modo estructural en la actuación concreta de las mujeres, tanto en lo que se refiere al líder, como en lo que se refiere al mismo pueblo, es que ellas no sólo son pueblo desde una vertiente generativa, sino que entran de lleno en la identidad sociopolítica y religiosa del mismo

Distintas y distinguidas – Las mujeres en la Biblia y en la Historia –
Mercedes Navarro / Carmen Bernabé
Publicaciones Claretianas, 1995

miércoles, 18 de marzo de 2020

#YoMeQuedoEnCasa - Día Cuarto - Sombras (y luz)



18 de marzo. Día cuarto


A eso de las primeras horas del amanecer no sé muy bien si son las sombras o es la luz lo que me despierta. Alguna vez tendré que aprender a descubrir que las sombras difuminan lo que la luz deslumbra. 

La sombra hace posible el claroscuro y permite apreciar los contrastes. En esa penumbra que empieza a desvanecerse a medida que la luz de la mañana se levanta, mis pensamientos dan vueltas en la cama. El descanso nocturno parece terminar y la mejor opción es levantarse. 

Hoy hay algún ajetreo en la calle, están limpiando los contenedores temprano. La higiene es esencial en este tiempo. No sé si es que estoy desvelado o si es que hay algo por revelar. 

El confinamiento es llevadero pero nos sitúa en la compleja realidad que se esconde más allá de nuestras ventanas. Las noticias nos tienen abrumados. No podemos saber si las medidas se tomaron a tiempo o si el tempo que nos hemos marcado no está bien medido. Los casos crecen, la duda empieza a campear, los datos complican el día a día de muchos. La preocupación se instala en tantas personas que verán resentido su porvenir. Esto es muy serio.

Clarea ya el alba amanecida. Suelo escribir a mano, poniendo tinta sobre papel por aquello de dar sentido a la caricia suave que marca el bolígrafo sobre la tersura de una hoja en blanco. Entre renglón y renglón, susurro una oración, como si fueran maitines, y siento que el día está ya aquí. Un café, una mirada a la calle como si el horizonte próximo se antojara lejano, una lectura rápida de wasap de amigos, una vuelta por las redes sociales y me dispongo a ordenar algunas fotos más.



Encuentro la que me hace poner una canción que con su melodía invita a la esperanza. ¡Ah! Qué necesaria me parece en estos días de confinamiento e inquietud. Y viendo la foto del faro de Capdepera, en las Baleares, me vienen a la memoria afectos y vínculos. Serrat me ofrece su canción alegre en esta mañana del día cuarto y me quedo con esa sensación agridulce de estar aprendiendo bastante estos días, pero sin saber muy bien cómo y cuándo terminará todo.

Vuelvo a las fotos y escucho la letra de la canción y su agradable melodía. Recuerdo las panorámicas y el viento de los enclaves del faro de Capdepera y comprendes mejor aquellos versos en la voz de Serrat en esta, que para mí es una de sus muchas canciones eternas. Antes que nada partidario de vivir

Escúchenla… anima bastante.



Y recuerdo que este virus vino de Oriente, de la China. ¿Vendrá de allí la solución?  Leo que un chino de mi pueblo ha donado material de desinfección, guantes y mascarillas para la limpieza de edificios municipales. Está nublado y no brilla hoy el sol, por eso la penumbra hace la estancia más intimista.

Y cuando las sombras se han difuminado casi por completo, recuerdo que los orientales son maestros de las sombras, desde los títeres a sus casas. 

Lo escribía Jun'ichirō Tanizaki. A ellos les gusta “esa claridad tenue, hecha de luz exterior y de apariencia incierta, atrapada en la superficie de las paredes de color crepuscular y que conserva apenas un último resto de vida (…) esa claridad sobre una pared, o más bien esa penumbra, vale por todos los adornos del mundo y su visión no nos cansa jamás”.

¡Ánimo!, entre todos esto se va a superar. Y sobre todo ¡gracias! a quienes corresponde asumir - y cómo lo están haciendo- tanta carga en esta travesía. 

Algunos de nosotros, a fin de cuentas, solo tenemos que quedarnos en casa. 

Una cita

tienes tanto
pero siempre quieres más
deja de buscar todo lo que no tienes
y echa un vistazo a todo lo que haces

-donde habita la satisfacción

El sol y sus flores
Rupi Kaur
Seix Barral 2013

martes, 17 de marzo de 2020

#YoMeQuedoEnCasa - Día tercero - Quietud y Silencio


17 de Marzo. Día Tercero.



Una de las cosas que me está llamando la atención del estos días es la sensación de quietud. Todo está en calma, como detenido. Hasta el ruido de coches y motos ha desaparecido. No hay jaleo en la calle y se escuchan, con más ímpetu si cabe, los trinos de pajarillos que ya empiezan a anunciar la próxima primavera. El frío denota que el invierno no se quiere marchar y como si estuviera haciendo una afronta al cambio climático, se deja caer con algún chubasco y hasta nevadas en algunos lugares de nuestro Norte.

Leía estos días algunos libros - es otra de las ventajas de esta situación - que me hablan de la quietud y también del silencio, tan relacionados entre sí. He vuelto a releer algunos capítulos de Elogio de la lentitud, de Carl Honoré, en el que se ofrece una visión que nos acerca e invita a replantear nuestra relación con el tiempo y a vivir con más sosiego.

Son algunas pautas que pueden ayudarnos en el aprendizaje cotidiano para valorar lo que nos está pasando e incorporar una nueva dimensión del tiempo, cómo vivimos, qué hacemos, de las personas con las que compartimos. Incluso la dimensión espiritual, que estamos redescubriendo, forma también parte de esta nueva situación de cara al futuro inmediato.

Honoré plantea algunas cuestiones interesantes sobre lo que ya conocemos del movimiento slow y viene a decir que “esa sensación de que nos falta algo en la vida explica el anhelo global de lentitud” afirmando que “el gran beneficio de ir más lento es que proporciona el tiempo necesario para establecer unas relaciones significativas, con el prójimo, con la cultura, con el trabajo, con la naturaleza, con nuestro cuerpo y con nuestra mente. Algunos llaman a eso vivir mejor”.

Pienso que no deja de ser una aspiración loable la de vivir mejor.

La obligación de este confinamiento, no lo olvidemos, tiene como objeto ganar la batalla al contagio y parar los estragos de este nuevo virus. Y entre los aprendizajes que estamos incorporando, día a día, habrá que incluir que todo esto nos sirva para mucho más que superar el coronavirus entre todos, que ya es bastante.

A medio camino del pasillo entre una habitación y otra, me asomo a la ventana y observo otra sensación que se une a la de quietud. Es la del silencio

Hace años aprendí de los monjes de Silos que el silencio nos abre a la escucha. ¡Qué contradicción! – podríamos pensar-. Pero no. Tienen razón los frailes – de eso saben mucho las mujeres y hombres que viven en clausura y retiro voluntarios – y el silencio, lo estoy comprobando también estos días, nos permite escuchar muchos sonidos que, con los ruidos cotidianos ahora detenidos, antes no éramos capaces de apreciar. Y en esa escucha, el silencio abierto hace que nos estemos escuchando de cerca unos y otros tanto en el encierro doméstico familiar, como en las comunicaciones digitales.

Así que dos palabras para este día tercero: quietud y silencio. Es bueno aprender a conocer ambas no sólo desde su significado primario sino también y, sobre todo, desde el sentido de actividad y escucha que en su misma esencia nos transmiten.  



Una cita

“Lo que desde luego se exige al hombre es que ayude a los hombres; si es posible, a muchos; si no, a pocos; si no, a sus más allegados; y si no, a sí mismo. Porque cuando se hace útil para los demás, actúa en beneficio de la comunidad”.

Lucio Anneo Séneca
Sobre la brevedad de la vida, del ocio y la felicidad
Acantilado Ed., 2013

lunes, 16 de marzo de 2020

#YoMeQuedoEnCasa - Día segundo - ¡Afouteza!

En todo estás e ti es todo,
nin me deixarás nunca,
prea min i en min mesma moras,
sombra que sempre me asombras. 

Rosalía de Castro. 


16 de marzo. Día segundo.

Siempre hay un sitio al que deseas volver. Y como decía aquella serie lo importante no es donde, es cuándo. Y ese cuando puede ser hoy mismo. Porque lo virtual nos deja ir. 

Y eso me ha pasado hoy cuando me disponía a organizar algunos de mis archivos fotográficos que llevaba tiempo aplazando. He comprobado dos cosas. Que hay que imprimir algunos y conservar las fotos como antes, en álbumes para poder verlas en papel. Y lo segundo que no podía creer la cantidad de fotografías digitales que había almacenado en el disco duro. Como había que empezar por algo, lo primero que he hecho ha sido agrupar por años. Pero ante tal magnitud iré uno a uno. Elijo lo más reciente y empiezo por el año 2019.  

La primera carpeta ya sugiere un buen recuerdo: AR Galicia 2019. Fue hace justo un año cuando anduve por aquella tierra y pude conocer a fondo lugares únicos, mágicos, entrañables y gente mejor aún. Repaso las fotos, las renombro, las guardo.

Y entonces empiezo a ver en las fotos a las personas que me acompañaron aquellos días y que han quedado para siempre en lo mejor de mis vivencias. Había comenzado en el interior de Lugo, en Friol con toda una comarca rural y misteriosa, aunque también cantábrica, donde confluyen caminos y paisajes en los que el tiempo parece detenido. Sigo con las fotos.

Y me paro en este intento de ordenar porque merece la pena. A fin de cuentas, el tiempo de este confinamiento nos ayuda a hacerlo. Es otro de los aprendizajes que nos brinda este retiro y haremos bien en aprovecharlo.

Al continuar hoy 16 de marzo, me salen las fotos de un 16 de marzo de hace un año, cuando llegaba a las aguas tranquilas de la ría de Vigo, a una parroquia llamada Chapela que tiene a Moaña en frente, al otro lado de la ría. ¡Cómo me impresionaron aquellas vistas!

Gracias a un arousano de Vilagarcía, David, a su familia y a una pontevedresa de armas tomar, Mónica, mi estancia en Vigo fue como estar en casa. Y me recreo viendo las fotos de aquellos paseos diarios recorriendo las calles de Vigo o de Pontevedra, espacios únicos y paisajes impresionantes. 



Y vuelven a mi mente aquellas impresionantes semanas, tal vez con algo de morriña. Viví también una Cuaresma distinta y recuerdo un vía crucis en la concatedral de Vigo o los atardeceres indescriptibles desde la capela de Guía, con las Cíes o el puente de Rande al fondo.  

Enlazo entonces y observo que la etimología de foto viene del griego luz que brilla. Y me cruzo con otra palabra que los seguidores del Celta de Vigo han vuelto a usar en este tiempo en el que le queremos ganar la partida al coronavirus: Afouteza. Y me paro a buscar y leo que la Real Academia Galega la define como disposición de quien actúa sin temor a las dificultades o peligros o la seguridad que una persona demuestra en sí misma. Que viene del latín, del verbo favere, que significa favorecer o proteger y que los romanos la usaban en el ámbito religioso para referirse a los favores y a la benevolencia de los dioses con los mortales. Luego en romance derivó en fouto, como forma primitiva del adjetivo, ya gallego, afouto.

Me propuse escribir cada día algo y en este segundo, el relato parece que se va enrocando solo. Y vuelvo a decirme que las cosas no pasan por casualidad. Porque al ponerme a archivar fotos que las primeras sean aquellas tiene algún sentido.

Son fotos que me hacen recordar la luz de tierras atlánticas, allá cerca del antiguo Finisterrae, que descubrí hace un año. Y tampoco es casualidad que esa buena gente me haga llegar un mensaje desde su pasión céltica y me enseñe esa bella palabra galega, afouteza. De ahí, asocio grafía con imágenes e imágenes con sentimientos. Y cerrando el círculo, la foto-grafía, que lo que hace es grabar a partir de la luz, me trae aquello que quedó grabado en mí hace un año, en aquellas tierras gallegas donde comprendí, también,  que los versos de Rosalía eran mucho más que una parte de un viejo examen de Literatura.

Y como decía ese agarimoso mensaje, comprendiendo ahora totalmente su significado: ¡Le vamos a ganar al coronavirus! ¡¡Afoutezaaaaa!!

Hoy os dejo un enlace a unos versos de Rosalía de Castro musicalizados. Os lo recomiendo. 

Y recordad que estos días de quedarse en casa, dan para mucho. 

Poema de Rosalía de Castro, de su obra "Follas novas". Música de Xoán Montes Capón (Lugo, 1840-1899) inspirada en un alalá recogido en A Cruz do Incio. Fue presentado por primera en el Gran Teatro de La Habana, en 1892. Ariana Barrabés - voz Arabela Fernández - viola Jesús Olivares - guitarra

Escuchadlo, merece la pena.






domingo, 15 de marzo de 2020

#YoMeQuedoEnCasa - Día primero - La importancia de lo cotidiano

15 de marzo. Día primero

Me he propuesto, y así cumplo un ejercicio que llevaba tiempo queriendo hacer, marcar cada uno de los días de esta cuarentena - o algunos de ellos - escribiendo unas líneas. Empiezo con uno de los lemas que me inspiran para identificar mejor lo que va a ocurrir en nuestras vidas en este retiro: La importancia de lo cotidiano. 

Porque lo cotidiano es lo diario lo que corresponde a todos los días o aquello que se convierte en rutina, escondiendo u ofreciendo lo maravilloso que es darnos cuenta que cada día sucede. 

No nos damos cuenta de las cosas que pasan a nuestro alrededor. En muchos casos porque no les prestamos atención y ni siquiera miramos al entorno cotidiano como algo interesante que necesita ser conocido y reconocido. 

Estos días en que las circunstancias nos confinan al espacio del hogar por la situación sanitaria que nos obliga a ello, una especie de extrañamiento interior puede ser provechoso y ha de servirnos para mirar con otra perspectiva para observar lo que nos rodea, el espacio cotidiano, las personas con las que convivimos, las cosas que hacemos. 

El día a día de nuestras vidas iba demasiado deprisa y un parón así, de vez en cuando, salvando las complicaciones no deseadas que originan que se produzca, nos puede advertir sobre aquello que tenemos más cerca. Hay quien piensa, no sin criterio razonable, que es necesario que nos demos cuenta de nuestra fragilidad, de nuestro papel en el mundo, de cómo hacemos las cosas o qué plan de vida tenemos. Ya sea la Naturaleza, el Ser Creador para los que somos creyentes, la confluencia de los astros o la era en la que nos encontramos, lo cierto es que estamos abocados a vivir más de cerca, cuidarnos y cuidar a los demás. Y lo hacemos en un internamiento forzoso que, casi sin darnos cuenta, nos trae una valiosa espera.  Es aquí donde tenemos que apreciar que nos lleva a vivir lo colectivo desde el sentido responsable de cuidar de los demás, pero también desde la oportunidad manifiesta de apreciar, conocer, compartir y valorar lo más cercano, incluso empezando por uno mismo. 

El confinamiento que vamos a compartir es una oportunidad para hacer aquellas cosas que llevábamos tiempo sin practicar. Compartir días en familia o en pareja, para quienes viven en soledad será tiempo también de búsqueda o connocimiento, leer o escribir, jugar con los pequeños - y con los no tan pequeños - aún a fuerza de asumir la carga que conlleva, cuidar unos de otros, rezar y reflexionar, apreciar una charla en familia o usar las redes sociales, el teléfono o el wasap para el contacto que añoramos, ahora que en tiempo real no podemos tenerlo. 

Estos días de interior - cuasi claustral - nos permitirán apreciar el tiempo diario como una secuencia temporal de la que emana, de verdad, el espacio vital que nos absorbe. Y podremos aprender a practicar, a conocer, a valorar, que todo lo que vamos a hacer no es otra cosa que darnos cuenta, en este camino, de la importancia de lo cotidiano. 



Una cita:

"La imagen del laberinto se nos presenta, pues, como emblemática del trabajo entero de la Obra, con sus dos mayores dificultades:la del camino que hay que seguir para llegar al centro - donde se libra el rudo combate entre las dos naturalezas - y la del otro camino que debe enfilar el artista para salir de aquél. Aquí es donde se necesita el hilo de Ariadna, si no quiere extraviarse en los meandros de la obra y verse incapaz de salir".

Fulcanelli en "El misterio de las catedrales".