En todo estás e ti es todo,
nin me deixarás nunca,
prea min i en min mesma moras,
sombra que sempre me asombras.
Rosalía de Castro.
16 de marzo. Día segundo.
Siempre hay un sitio al que deseas volver. Y como decía aquella serie lo importante no es donde, es cuándo. Y ese cuando puede ser hoy mismo. Porque lo virtual nos deja ir.
Y eso me ha pasado hoy cuando me disponía a organizar
algunos de mis archivos fotográficos que llevaba tiempo aplazando. He comprobado dos cosas. Que hay que imprimir algunos y conservar las fotos como antes, en álbumes para poder verlas en papel. Y lo segundo que no podía creer la cantidad de fotografías digitales que había
almacenado en el disco duro. Como había que empezar por algo, lo primero que he
hecho ha sido agrupar por años. Pero ante tal magnitud iré uno a uno. Elijo lo
más reciente y empiezo por el año 2019.
La primera carpeta ya
sugiere un buen recuerdo: AR Galicia 2019. Fue hace justo un año cuando
anduve por aquella tierra y pude conocer a fondo lugares únicos, mágicos,
entrañables y gente mejor aún. Repaso las fotos, las renombro, las guardo.
Y entonces empiezo a ver en las
fotos a las personas que me acompañaron aquellos días y que han quedado para
siempre en lo mejor de mis vivencias. Había comenzado en el interior de Lugo,
en Friol con toda una comarca rural y misteriosa, aunque también cantábrica, donde
confluyen caminos y paisajes en los que el tiempo parece detenido. Sigo con las
fotos.
Y me paro en este intento de ordenar porque merece la pena. A fin de cuentas, el tiempo de este confinamiento nos ayuda a hacerlo. Es otro de los aprendizajes que nos brinda este retiro y haremos bien en aprovecharlo.
Al continuar hoy 16 de marzo, me
salen las fotos de un 16 de marzo de hace un año, cuando llegaba a las aguas
tranquilas de la ría de Vigo, a una parroquia llamada Chapela que tiene a Moaña
en frente, al otro lado de la ría. ¡Cómo me impresionaron aquellas vistas!
Gracias a un arousano de
Vilagarcía, David, a su familia y a una pontevedresa de armas tomar, Mónica, mi
estancia en Vigo fue como estar en casa. Y me recreo viendo las fotos de
aquellos paseos diarios recorriendo las calles de Vigo o de Pontevedra, espacios
únicos y paisajes impresionantes.
Y vuelven a mi mente aquellas impresionantes semanas, tal vez con algo de morriña. Viví también una Cuaresma distinta y recuerdo un vía crucis en la concatedral de Vigo o los atardeceres indescriptibles desde
la capela de Guía, con las Cíes o el puente de Rande al fondo.
Enlazo entonces y observo que la etimología de foto viene del griego luz que brilla. Y me cruzo con otra palabra que los seguidores del Celta de Vigo han vuelto a usar en este tiempo en el que le queremos
ganar la partida al coronavirus: Afouteza. Y me paro a buscar y leo que la Real Academia Galega la define como disposición de quien actúa sin temor a
las dificultades o peligros o la seguridad que una persona demuestra en sí misma. Que viene del latín, del verbo favere, que significa favorecer
o proteger y que los romanos la usaban en el ámbito religioso para referirse a
los favores y a la benevolencia de los dioses con los mortales. Luego en romance derivó en fouto, como forma primitiva del adjetivo, ya gallego, afouto.
Me propuse escribir cada día algo
y en este segundo, el relato parece que se va enrocando solo. Y vuelvo a decirme
que las cosas no pasan por casualidad. Porque al ponerme a archivar fotos que las
primeras sean aquellas tiene algún sentido.
Son fotos que me hacen recordar
la luz de tierras atlánticas, allá cerca del antiguo Finisterrae, que descubrí
hace un año. Y tampoco es casualidad que esa buena gente me haga llegar un
mensaje desde su pasión céltica y me enseñe esa bella palabra galega, afouteza.
De ahí, asocio grafía con imágenes e imágenes con sentimientos. Y cerrando el
círculo, la foto-grafía, que lo que hace es grabar a partir de la luz, me trae aquello
que quedó grabado en mí hace un año, en aquellas tierras gallegas donde comprendí,
también, que los versos de Rosalía eran mucho
más que una parte de un viejo examen de Literatura.
Y como decía ese agarimoso mensaje, comprendiendo ahora totalmente su significado:
¡Le vamos a ganar al coronavirus! ¡¡Afoutezaaaaa!!
Hoy os dejo un enlace a unos versos de Rosalía de Castro musicalizados. Os lo recomiendo.
Y recordad que estos días de quedarse en casa, dan para mucho.
Poema de Rosalía de Castro, de su obra "Follas novas". Música de Xoán Montes Capón (Lugo, 1840-1899) inspirada en un alalá recogido en A Cruz do Incio. Fue presentado por primera en el Gran Teatro de La Habana, en 1892.
Ariana Barrabés - voz
Arabela Fernández - viola
Jesús Olivares - guitarra
Escuchadlo, merece la pena.
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