Hace unos años que Goleman
difundió mucho de lo que se sabía sobre la inteligencia emocional. Ahora que
nos habíamos acostumbrado a reconocerla (quizá no a usarla), nos encontramos lo
que viene en llamarse inteligencia ejecutiva. No solo de conocimientos vive el
cerebro, y la cuestión podría ser si, además de lo que conocemos y con lo que
nos mandan las pasiones y emociones, sabemos ejecutar todo lo tenemos ahí
metido o lo que vamos adquiriendo.
Pues bien, con esas estaba oyendo en RNE a Marina (que no es santo de mi devoción, pero en algunas cuestiones no me disgusta), sobre su nuevo libro en el que recoge tesis sobre la inteligencia ejecutiva, ya planteadas desde hace tiempo por Justin Menkes, sistematizándolas en un manual de fácil manejo y hasta donde dicen quienes han hablado de él, digerible.
Pues bien, con esas estaba oyendo en RNE a Marina (que no es santo de mi devoción, pero en algunas cuestiones no me disgusta), sobre su nuevo libro en el que recoge tesis sobre la inteligencia ejecutiva, ya planteadas desde hace tiempo por Justin Menkes, sistematizándolas en un manual de fácil manejo y hasta donde dicen quienes han hablado de él, digerible.
Pero he aquí que en
medio de la escucha radiofónica que me permite el rato de ir y venir a
Córdoba, y una vez superada la duda razonable de ¿dónde están los
intelectuales en esta crisis?, sin querer pararme en los pormenores de la
economía y las finanzas que tanto mal nos provocan; nos damos de bruces con la
cuestión de Bankia y su entramado político-financiero, cuyos entresijos quizá
nunca descubramos.
No acierto a comprender por qué, ahora que la antigua Caja Madrid y algunos de sus socios en Bankia vuelven a
necesitar ayudas públicas, dimite el Sr. Rato. Unos dicen
que no lo dejan hacer lo que quiere o que está a disgusto con lo que manda el Gobierno; otros que dejaría
de ganar 2,3 millones de euros al año para cobrar apenas unos "míseros" 600.000. En
cualquier caso, parece cierto que su cargo tenía blindado un cobro de casi 3
millones de euros si se iba o lo echaban, con lo cual no se va precisamente de
vacío.
Claro que esas cifras parecen poco con los casi DIEZ MIL MILLONES DE EUROS que dicen que va a necesitar este banco que antes era caja.
Hago cuentas mentalmente y llego a la quizá torpe conclusión, la que me da la inteligencia que intento usar mezclada (cognitiva, emocional, ejecutiva...), de que si son 10.000 millones de euros lo que va a recibir la entidad presidida hasta ahora por el eminente político del PP, Rodrigo Rato, esa cifra me suena... ¡Ah, sí!, - y entonces caigo- : es la misma cantidad que el Gobierno de España ha dicho que va a quitarle a la Sanidad y a la Educación para ir cuadrando los ajustes. ¿Será una casualidad?
Claro que esas cifras parecen poco con los casi DIEZ MIL MILLONES DE EUROS que dicen que va a necesitar este banco que antes era caja.
Hago cuentas mentalmente y llego a la quizá torpe conclusión, la que me da la inteligencia que intento usar mezclada (cognitiva, emocional, ejecutiva...), de que si son 10.000 millones de euros lo que va a recibir la entidad presidida hasta ahora por el eminente político del PP, Rodrigo Rato, esa cifra me suena... ¡Ah, sí!, - y entonces caigo- : es la misma cantidad que el Gobierno de España ha dicho que va a quitarle a la Sanidad y a la Educación para ir cuadrando los ajustes. ¿Será una casualidad?
Y sigo haciendo cuentas.
Que hay que reformar el sistema financiero es algo ineludible. Ya lo sabían los banqueros españoles cuando hicieron sus deberes hace algunos años y fueron fusionando (no sin esfuerzos por parte de las plantillas) los bancos Hispano, Central y Santander por un lado y Bilbao, Vizcaya y Argentaria por otro; y ya se habían hecho algunas fusiones más. Pero no lo sabían, o parecían no saberlo, los presidentes y consejeros de las cajas, no olvidemos que eran y son políticos metidos a "cajeros", que seguían manteniendo sus cajas -muchas-, con sus prebendas -más aún-.
Y ahora, cuando se habla del sistema
financiero, con todos los matices que haya que poner y con las opiniones que hayan de emitirse; creo que no se hace con propiedad pues los bancos (los que han sido siempre bancos) nos gusten más o
menos, han hecho sus tareas y siguen en la brecha ofreciendo algo de crédito -me consta por cuestiones
profesionales-. Sin embargo, las Cajas, esas que ahora quieren o tienen que
ser bancos y necesitan de inyecciones millonarias en las que sus pésimos gestores se van
de rositas, cargaditos de millones; esas entidades que se han cargado la
filosofía que inspiró su nacimiento; esas, no sólo no han cumplido ni lo han
hecho bien sino que, para colmo, nos cuestan a todos el dinero que los gobiernos,
en sus medidas de ajuste, quitan a los ciudadanos y quizá a los autónomos y
pequeñas empresas.
Por eso creo que, además de un análisis más profundo sobre el particular, sería
oportuno hablar de las Cajas, esas que se han cargado los políticos de turno
que han estado detrás y delante de sus órganos de gobierno, en vez de Bancos
cuando se dicen que se están llevando el crédito o el dinero público para sanearse, pues
hasta donde yo sé han sido Cajas las que lo han recibido y apenas si hay un Banco que haya percibido dinero público.
Y sigo haciendo cuentas y vuelvo a pensar, que además, ya va siendo hora de dejar de hablar sólo de austeridad y ofrecer expectativas y propuestas para el crecimiento.
Y sigo haciendo cuentas y vuelvo a pensar, que además, ya va siendo hora de dejar de hablar sólo de austeridad y ofrecer expectativas y propuestas para el crecimiento.
Cambio de dial y me alegro que exista Radio Clásica, menos mal. Y de vuelta para Cabra, con esa espléndida vista de las Sierras Subbéticas que nos permite la Campiña, destaca el Picacho de nuestra Sierra. Y entonces sí que la mente se deja llevar por la inteligencia emocional que prepara, dicen, la ejecutiva.
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