Los carteros y las
carteras son mensajeros de noticias, unas tristes, otras alegres. Llevan en
sus sacas noticias, libros, periódicos, mensajes, publicidad... se encargan de
intermediar en la comunicación escrita entre la gente de todo el mundo.
Antes que se
expandiera la red de redes como medio global e inmediato de comunicación
personal, los carteros llevaban las cartas o las postales en las que las
personas se comunicaban. Una de las costumbres que se mantiene es la de enviar
postales de Navidad o “crismas” que suelen agradar a los que las reciben. Y,
lamentablemente, cada día son menos los que envían cartas, de forma que esa
tradición epistolar que ha dado al mundo magníficas colecciones, entre las que
cabe recordar a uno de los más prolíficos, Juan Valera, o a uno de los más
antiguos, Pablo de Tarso; podría terminar perdiéndose.
Me gusta recibir
cartas que no sean sólo información bancaria, publicidad, multas o convocatorias
varias. Es cierto que hasta hace algún tiempo he mantenido la costumbre de
enviarlas. Aunque confieso que cada vez me cuesta más y uso otros medios
alternativos.
El hilo conductor
de este comentario que escribo en la mañana del penúltimo día del año, no es
otro que haber visto en el Museo Aguilar y Eslava la puesta en escena de la
obra de títeres que da nombre a estas líneas por la compañía El Grillo. Era un
cartero que quería ser carta, para poder viajar, llevar noticias, anunciar,
comunicar. Y finalmente lo consiguió. Tal era su identificación con su trabajo
que dejó de ser cartero y se convirtió en carta. Los niños y niñas que
acudieron a contemplar la obra disfrutaron tanto como los mayores que también
asistimos.
Se unen pues dos
sensaciones, una la comentada por la obra de títeres vista en el Museo, una
experiencia más que interesante; la otra, el recuerdo a ese Cartero Real que nos
ha dejado físicamente hace apenas unos días. Durante muchos años, Antonio
Montilla fue ese cariñoso cartero que acogía a los niños y a las niñas, también
a los mayores, recogiendo sus cartas llenas de peticiones y deseos, algunas
realmente entrañables y solidarias, tratadas por igual con el mismo cariño y
llenas de la ilusión que marca estos días previos a la Cabalgata de los Reyes
Magos.
Varios amigos que son carteros, siguen animándonos a que enviemos cartas, postales, “crismas”. Y entre ellos hay un cartero especial que siempre está dispuesto a recibir todo lo que queramos pedir. Es el Cartero Real que muy pronto recibirá las de los pequeños egabrenses.
Este año, Antonio Montilla, el Cartero Real que acogió en sus brazos los deseos de tantos niños y niñas de Cabra, se ha convertido en carta y se ha marchado a seguir llevando, desde otra dimensión, la ilusión y la esperanza de los que, a pesar de los años, seguimos siendo niños y esperamos con impaciencia la llegada de los Reyes.
Este año, Antonio Montilla, el Cartero Real que acogió en sus brazos los deseos de tantos niños y niñas de Cabra, se ha convertido en carta y se ha marchado a seguir llevando, desde otra dimensión, la ilusión y la esperanza de los que, a pesar de los años, seguimos siendo niños y esperamos con impaciencia la llegada de los Reyes.
2 comentarios:
Antonio Montilla ya estará con su amigo Paco. Bonitos eran los dos juntos. Me he enterado de su partida leyéndote y quiero mandar un abrazo muy fuerte a su familia. Pero quizás lo hagamos a la manera tradicional y también al hilo de tu escrito de hoy y usemos pluma, papel, sobre y sello. Un abrazo.
Entrañable recuerdo para un personaje querido por todos. Un abrazo a la familia y gracias amigo Antonio Ramón por tu sensible reconocimiento...
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