Sin embargo, me viene como anillo al dedo y además me permite relacionar tan sugerente título y contenido, con lo que quería decir para estas veinticuatro horas previas al día 20, del mes D, el día de las elecciones generales.
Según la tesis de don Carlos, hay tres escenarios de la vida humana: el
público, de actuaciones observables y hechas para ser observadas; el privado, de
actuaciones observables pero "marcadas" con el implícito "prohibido observar"; el
íntimo, de actuaciones inobservables porque son estricta y únicamente mentales.
No se realmente en cuál de ellos se enmarcan estas líneas, pues estoy haciendo público un pensamiento privado, aunque en lo íntimo, sigo pensando qué hacer el domingo.
Y vuelvo a encontrar otra sugestiva comparación entre dos de las aficiones que más ayudan al ser humano a serlo: la lectura y la reflexión, y de ahí, llegar a la elección. Como podría decir Aristóteles si tuiteara, a fin de cuentas somos animales racionales y también socio-políticos, y nada más apropiado para un día como este, de jornada de reflexión.
Comparación que tiene que ver con el oficio, ya sea de lector, ya de elector. Y en ambos, la reflexión, el oficio de reflexionar, la capacidad del ser reflexivo, no hacen sino permitirnos que podamos anticiparnos a situaciones o contextos en los que tendremos que actuar.
Vuelvo a las sabias reflexiones de Castilla del Pino y apunto su definición de reflexionar que es meramente evocar lo que se hizo y lo que ocurrió tras lo que se hizo; anticipar el no volverlo a hacer; o anticipar el hacerlo de una manera mejor si la primera se hizo mal; o anticiparlo mejorado para la próxima vez, si se hizo bien la primera.
Ahora que ya he compartido estas líneas y que han dejado de ser meras especulaciones mentales, saliendo de la esfera de lo íntimo; superando los límites de lo privado y pasando a ser totalmente públicas, creo que así, pensando, pasarán estas horas hasta que vaya a votar el domingo y sepa, finalmente, si lo reflexionado me permitirá tomar la decisión más acertada.
Al fin y al cabo, cuando haya depositado mis papeletas en las urnas, diré como bien concluía Castilla del Pino en su discurso de 2004:
"Yo también imaginaba cómo se iniciaría, transcurriría
y concluiría este acto. No les voy a contar las
posibilidades que barajé; sería una indiscreción. Al aparecer
en mi mente las preveía y me prevenía. De esta manera, llegué
aquí adiestrado para salir al paso de imprevistos. A partir
de ahora vendrán mis reflexiones retrospectivas acerca de
cómo ha ido la cosa".
Y eso, por mucho que nos pese, nada tendrá ya que ver con lo que hayamos hecho en la jornada de reflexión, sino con lo que decidamos hacer en el día de la votación.
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