Radio Atalaya FM 107.3

sábado, 3 de septiembre de 2016

3 de septiembre

Los sones de un viejo tambor y el revoleo de una bandera de colores, abren una jornada que se anticipa a las fiestas y ya tiene visos de ser festiva en sí misma.

Tiempo de reencuentros, de emociones compartidas, de ferias y fiestas, de aniversarios y celebraciones.

Momentos para hablar de aquello que dejamos aparcado hace un año o más, y que ahora cobra nuevo protagonismo con el viejo lema del "decíamos ayer... ". Y efectivamente parece que fue ayer y ya es ahora.

Entre los reencuentros no falta el de la amistad forjada con los años y renovada en el momento de verse de nuevo. Unos más distantes, otros más cercanos, todos, al fin, intensos. Vascos, catalanes, andaluces. Todos amigos. Y eso es lo verdaderamente genuino.

Hablaba hoy con uno de esos amigos que se fueron y que ahora son tan catalanes como los payeses de siempre. Y comentaba lo de un portavoz catalanista, de la ERC, que ayer afrentó a Rajoy en el Congreso con preguntas duras y complejas.

No entraré en el triste panorama de una política sin políticos de altura, pues parece que solo están para cobrar los sueldos que les pagamos con nuestros impuestos. Y en lo de vernos abocados a unas terceras elecciones ... No entraré, de verdad. No quiero hacerlo.

Ese viejo amigo, tan andaluz como catalán, me decía que uno de los problemas que se viven en los bloques de pisos de los vecinos de las ciudades catalanas que se llenaron con los emigrantes andaluces, extremeños o gallegos es, sobre todo y lamentablemente, el de la convivencia, la tolerancia y el respeto por lo que unos y otros consideran sentimiento político del futuro de Cataluña.

Es difícil para muchos de ellos, que se fueron de sitios como Cabra, por ejemplo, ver cómo sus hijos o nietos son los más independentistas del movimiento que apoya a las izquierdas catalanistas. Y esos emigrantes de antaño sufren con estas realidades.

Y cuando un egabrense que ha vivido y vive con cercanía todo lo que se mueve alrededor de aquello, te cuenta que el problema de fondo es muy distinto al político y que lo que, de verdad le asusta es como se desenvuelva este proceso entre las personas de la misma familia o del mismo bloque, la verdad es que uno empieza a comprender que aquello tiene una magnitud mucho más compleja de lo que nos aproxima la prensa y los contertulios de tres al cuarto. Por no hablar de los intereses abyectos y ruines que haya detrás de la élite que mueve los hilos de todo esto.

Decía, y le decía a mi viejo amigo, que la intervención del republicano
Rufián en el Congreso me llamó la atención. Él es un especialista de su manera de actuar en política y creo, por lo que he leído, que ha sido uno de los discursos más llamativos de la penosa sesión de investidura que hemos tenido que volver a vivir por segunda vez en tan poco tiempo.

Y mi amigo me decía que su familia es andaluza y que vive en Santa Coloma. Y que el problema, insistía, es de familias, de vecinos de bloque o de barrio, de asociaciones culturales andaluzas. Es un problema de las personas que, desde sus tierras de origen - casi todas del Sur - han construido esa Cataluña diversa y plural que se ha forjado gracias al esfuerzo de tantos llegados de muy diversos sitios.

Ahí está el auténtico conflicto, que se eleva a la categoría de social pasando así de un ámbito más reducido. Lo de menos es ser monolingües, bilingües o trilingües. Y el conflicto se traduce en no saber entenderse, aunque sea en la lengua común que sirve de canal de comunicación. Porque lo patético es que formemos parte de la especie que ha hecho de la palabra una evolución significativa en el mundo natural y que no seamos capaces de entendernos.

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