Radio Atalaya FM 107.3

martes, 28 de diciembre de 2010

Declaraciones desafortunadas

Que un obispo ofrezca datos inconsistentes o inexistentes, pretendiendo defender un modelo determinado de familia, es, a mi modo de ver, un error o, cuando menos, una temeridad. Para los que nos sentimos parte de la comunidad cristiana, declaraciones como las que ha hecho el obispo de Alcalá de Henares, son un chorro de agua fría. Nuestras familias forman parte del modelo de familia cristiana y nos sentimos responsables del sentido que damos a nuestra comunidad familiar desde una creencia determinada. Defender la familia cristiana, no puede hacerse atacando a otros. En un estado social y democrático de derecho como el nuestro, el diagnóstico sobre el grave problema de la violencia de género ha de ser certero y contundente, nunca basado en apreciaciones personales y mucho menos en ataques indiscriminados; puesto que la violencia de género responde, fundamentalmente, a la dominación del hombre sobre la mujer, a la desigualdad y a la falta de respeto a la dignidad de las personas.

Si hay familia, hay amor, comprensión, entrega sin condiciones, ayuda mutua, respeto, búsqueda de la felicidad, igualdad, proyecto en común. Si hay violencia de género, nada de esto puede darse.

El modelo de familia “tradicional”, es válido para quiénes lo vivimos desde nuestra propia elección y supone contar con un planteamiento de fe que lo basa en la indisolubilidad, en la fidelidad y en la entrega mutua del hombre y la mujer. Y se hace para siempre.

Aunque haya realidades que parecen ponerlo en cuestión, hay otras muchas que sirven para ofrecerlo como un proyecto ejemplar y que suponen un amplio porcentaje de familias felices y dichosas, que se enfrentan a su día a día desde una entrega y capacidad de relación que sólo puede entenderse desde el Amor; pero también desde la igualdad, el respeto, la comprensión, el esfuerzo, y un largo etcétera que ofrece numerosos ejemplos dignos de mención.

Los otros modelos de familia, han de ser respetados y sobre todo conocidos desde la condición de sus miembros y sus realidades concretas; algunas tan próximas que difícilmente puedan criticarse. Y en ningún caso pueden defenderse desde el ataque o el menosprecio de unos hacia otros.

Declaraciones como las del obispo de Alcalá, suponen respuestas no menos desafortunadas. Si criticables son las del prelado, lo son también las del coordinador de Izquierda Unida, quién se ha despachado atacando sin razón a quiénes quisimos entregarnos mutuamente, desde la libertad, “hasta que la muerte” nos separe. La forma en la que el político se refería a esta expresión, no sólo es zafia e indignante, sino que menosprecia la fidelidad entre los esposos en una fórmula que para muchos representa una auténtica vocación matrimonial, sin que nada tenga que ver con lo que ha pretendido ofrecer el líder comunista.

Tampoco ha de desprestigiarse, desde un responsable de un partido político que representa a un buen colectivo de ciudadanos, a un tipo de familia, atacándolos de esta forma.

A mi modo de ver, quizá ambos, prelado y político, se han equivocado. Frente a sus declaraciones, la sociedad española, la que formamos familias de todo tipo, las del día a día de la crisis, las que se enfrentan a los problemas para buscar las soluciones, las que luchan desde la trinchera; no se sienten representadas por declaraciones de este tipo. Una vez más, tenemos un ejemplo de clase dirigente que se aleja de la realidad cotidiana a la que pretenden representar.

Las familias españolas, que son las que están haciendo posible que las consecuencias de la crisis sean menos, gracias al apoyo que se prestan entre sus miembros y a la colaboración que ofrecen a otros que necesitan ayuda, se merecen un respeto mucho mayor.

La familia, célula básica de la sociedad y también de la iglesia, supone estrechar lazos, ampliar horizontes, caminar juntos en un proyecto de vida. La violencia de género, todo lo contrario: limitar, torturar, dominar, matar.

Y el problema de la violencia de género, que es la gran lacra social que nos atiza diariamente, merece también mayor altura de miras y trabajo conjunto para su erradicación. Y no declaraciones de este tipo que marean la perdiz, y luego no saben adonde dirigirse.

1 comentario:

Paloma dijo...

Totalmente de acuerdo contigo. ¿Qué es una "familia tradicional"?..no sé..por experiencia diría que independientemente de todo lo demás, es la que está bassada en una mutua confianza y entrega, sin dudas ni temores hacia los actos del otro, sin resquemores y con diálogo...claro, que con el año que llevo, lo mimo estoy totalmente equivocada ¿o no?.