Vuelve la Semana Santa y una vez más, convierte y transforma la ciudad y sus gentes. Se recrea el aroma que se desprende de las casas, el que derraman los naranjos de nuestras calles, el que aflora desde los templos o desde las casas de hermandad, el que surge de ese nerviosismo casi infantil que nos anuncia la inminencia del Domingo de Ramos.
Son muchos los enfoques desde los que podemos situarnos ante el genuino fenómeno de la Religiosidad Popular, con un destacado papel de las Cofradías y el entorno en el que se desenvuelven, desarrollando sus actividades: desde una visión religiosa o eclesial, histórica, artística, ritual, pasando por la de la antropología, el turismo, el folclore, la música y, en definitiva desde lo simbólico. En todas ellas habrá una visión integradora y no excluyente.
Hay algo más, y es ahí donde radica la clave de bóveda de todo el sistema, las personas que se integran en las Cofradías y que realizan un esfuerzo que trasciende sus etapas y que las hace ser parte de la historia cofradiera, con una visión abierta y compartida de cuanto aportan: cariño, esfuerzo, arte, fe y dedicación por las Cofradías y por una ciudad que las acoge y mantiene.
Una Ciudad Recreada (emulando el título de un libro de Joaquín Rodríguez Mateos) es el entorno privilegiado en el que todo aporta y donde la fe, las imágenes y los cofrades, son esenciales. Esa ciudad recreada es Cabra, donde en apenas unas horas, empezará el cortejo de las Cofradías que nos ofrecen su particular visión y esencia, manifestada de manera esplendente en las procesiones. Y como cada una es especial en sí misma y siendo iguales, son distintas, todas juntas conforman un espectáculo para los sentidos que, desde la fe, hecha religiosidad de un pueblo, nos sitúa ante lo trascendente, y llega, por las razones que fueren, a la sensibilidad más íntima de cuántos nos podamos sentir vinculados a ellas o a sus manifestaciones, convertidos así en niños que estrenan ilusiones en una primavera que huele a azahar, cera e incienso.
La Ciudad espera impaciente los días de la Semana Santa que es seña indeleble y eterna de una Ciudad como la nuestra. E iremos desgranando jornadas, recordando las emociones y haciendo nuestros muchos de los latidos vertidos en ese pregón casi gongorino, impregnado también de connotaciones machadianas y lleno de claves para interpretar cada uno de los momentos de esta ciudad que se recrea en su Semana Santa, dibujada de manera magistral en los catorce capítulos que, a modo de particular Vía Crucis, nos ofrecía Mateo Olaya el pasado domingo. Así “El tiempo de la Memoria” será actual y nuevo, aunque nos haga siempre niños que llevamos de la mano a nuestros padres para mirar con asombro, que no costumbre, al Señor en las calles de Cabra. O comprendiendo la armonía de un paso de palio, de un sonido peculiar, del silencio, de las sensaciones; que no son sino emociones, ritos sagrados y testamento heredado de nuestros mayores.
Y finalmente haremos nuestra proclamación de la fe y la Ciudad quedará recreada para siempre en la retina de nuestros ojos y en lo profundo de nuestros corazones. El alma de Cabra habrá conocido así, esa teoría y realidad de la Semana Santa según nuestro pregonero de este año, como bien nos introdujo su presentador.
Cuando en los días de la Semana Santa que está al llegar, los hermanos de las cofradías se preparen junto a los pasos de sus imágenes titulares en los momentos previos a la Estación de Penitencia, verán satisfechos que ha llegado una nueva cita con la primavera cofrade. Con el encuentro de su cofradía y la ciudad en la que van a recrearse sentimientos y emociones, llenos de la religiosidad que imprime ese vínculo con lo que no puede describirse y que sin embargo se nos hace visible por medio de las imágenes y de toda la carga simbólica que ofrecen. Como hace siglos, y especialmente en este año, como hace cien; en esos momentos previos, los “desfiles” de capuchones y todo el cortejo, recorrerán calles por las que muy poco después, saldrán las procesiones.
Las Cofradías y la Ciudad, serán así partícipes de un elenco que llena sus calles de sonidos, colores, aromas, símbolos, imágenes, oraciones y devociones. Y la Ciudad Recreada, verá como la Semana Santa eclosiona por el arte cofrade que ha ido gestándola durante las estaciones del año, para llenar de vida y de ilusión una tarde, una mañana o una madrugada. Pero sobre todo, para llenar de dicha el corazón de niños, jóvenes y mayores, que contemplamos su paso por las calles, haciéndonos vibrar de emociones y sabiendo que, tras la procesión, se inicia un nuevo caminar desde la luz de la vida, que nos llevará, irremediablemente, hasta otra Semana Santa.
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