Radio Atalaya FM 107.3

jueves, 23 de abril de 2020

#YoMeQuedoEnCasa - Volver a los 17



"Después de vivir un siglo,
es como descifrar signos
sin ser sabio competente.
Volver a ser de repente
tan frágil como un segundo,
volver a sentir profundo
como un niño frente a Dios.
Eso es lo que siento yo
en este instante fecundo.
Se va enredando, enredando
como en el muro la hiedra,
y va brotando, brotando
como el musguito en la piedra,

sí, sí, sí."




Rebuscando fotos antiguas en ese proceso que está ocupando algunas de las horas de estos largos días del confinamiento, encuentro las que me sirven de excusa de esta "vuelta a los 17" a la que me llevan musicalmente, más o menos. Y desde aquella segunda década del siglo XX, apenas un siglo ha servido para ver cómo cambiaba la forma de atención al público. En nada quedaron aquellas ventanillas, mostradores, distancia, colas, turnos que pensábamos habían desaparecido para siempre.




Aquella forma de atención seguramente surgió, como otras costumbres, para evitar contagios tras el miedo de la gripe del 18. Las vacunas y otros medios profilácticos nos fueron quitando cristales y mamparas para acercar el contacto entre clientes y usuarios. 




Recuerdo las modificaciones en las ventanillas de los bancos quitando aquellos largos mostradores y cristales que nos separaban del público. Algo parecido ocurrió en casi todas las formas de venta. El mostrador, la ventanilla, los cristales fueron desapareciendo de farmacias, tiendas, comercios, oficinas y clínicas.

Puede que las últimas fueran las de las administraciones públicas que, finalmente, también se eliminaron para facilitar el contacto entre el funcionariado y las personas usuarias. También para que se acabara aquello del "vuelva usted mañana..." y apareció la cita previa o la administración electrónica que ya es nuestra imprescindible aliada. 

Este cambio en las formas de contacto supuso toda una revolución que no siempre fue bien acogida por las personas trabajadoras por lo que suponía: pérdida de privacidad en la gestión interna, dificultad para atender según habíamos aprendido e incluso un riesgo evidente para la salud, poniendo en cuestión los derechos que reconoce la legislación en materia de Prevención de Riesgos Laborales. Sin embargo el cambio se asumió.

Llegaron los puntos de información o atención, las mesas con confidentes, la eliminación de barreras para facilitar el contacto físico o incluso ese puesto de greeter que se implantó en las renovaciones de oficinas bancarias hace apenas unos años. A nadie nos resultaba extraño ya el modelo de las tiendas de móviles, establecimientos en grandes superficies o nuevos conceptos de oficina bancaria, comercios y un largo etcétera. 

Mas llegó el COVID-19 y todo cambió. 


Y como si volviéramos a aquellos años en que el miedo al contagio cambió nuestra forma de atender y ser atendidos, tendremos que volver a ver mamparas y ventanillas que eviten que el virus campe por sus fueros.

Me planteo esta madrugada si pronto volveremos a ser los de antes - ojalá - y que, sobre todo, hayamos aprendido a apreciar lo que es realmente importante en nuestro vivir cotidiano. 

¡Ánimo! entre todos saldremos adelante. 


Un libro 


"No es el momento para meditar sobre los orígenes, los precedentes y el destino ulterior de esta visión de las cosas, y de las discusiones que ha suscitado". 




Pierre Vilar.  Pensar históricamente.  
Barcelona: Crítica, 1997, 240 p.






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