A pesar del mal tiempo, del frío, de la tristeza de las cofradías que no pudieron realizar su estación de penitencia, la Semana Santa de Cabra contó con momentos espléndidos que, gracias al trabajo de las cofradías, hemos podido vivir. A estas alturas no podemos dejar pasar por alto la masiva participación y seguimiento de muchos ciudadanos en estas expresiones religiosas y tradicionales de nuestra ciudad. Como publicaba algún diario nacional, ”las procesiones, además de ser un compendio espectacular del arte sacro de los últimos cuatro siglos, remiten a una experiencia de la fe directa y emocional, cercana, a la vez desgarradora y esperanzada”. El hecho religioso que subyace en estas manifestaciones es evidente e incontestable. Nuestras procesiones transforman la ciudad durante ocho días y son muchos, muchísimos los ciudadanos que asisten, participan, se conmueven y presencian manifestaciones de esta celebración religiosa que llena las calles.
Me atrevo a afirmar que las cofradías son hoy uno de los más significativos instrumentos de vertebración social. Más que otras muchas organizaciones y sin desmerecer de ellas, las cofradías aglutinan el trabajo y la dedicación y son capaces de unir a personas de toda condición y sexo, de todas las edades y estratos en torno a una manifestación cargada de fe, historia, devoción y arte. Y en todo este recorrido por la pasión, al final hemos llegado a la gloria de la Resurreción, donde radica el misterio central de nuestra fe, de la que hoy, como un día lo fueron las mujeres lideradas por Magdalena, somos testigos ante un mundo al que le cuestra trabajo creer. Afirma el Cardenal de Sevilla: ”Como en Parsifal, la ópera de Wagner, al final se produce la adoración del Misterio. Es la respuesta al encantamiento ocasionado por la maravillosa grandeza que se ha contemplato y la esperanza de que florezcan las espinas de la corona. Por algo se quiso llamar, a este tiempo de Resurrección, PASCUA FLORIDA”.Ahora comienza la cuenta atrás: balances, recogida de enseres, limpieza y vuelta a la normalidad, preparación de nuevos proyectos y todo un año por delante para llegar a una nueva Semana Santa. Es el día a día de los cofrades, que sin dejar de ser hombres y mujeres con su realidad cotidiana, siguen al frente de esta aventura dichosa que transforma pueblos y ciudades maneniendo ese halo de espiritualidad sincera que solo es posible comprender desde la sencillez de una manifestación tan espléndida que surge del trabajo y de los afanes de cuántos siguen ”enganchados” en la faena . Sin vivir en la nostalgia del pasado, sin tener miedo al futuro y siempre haciendo posible un excepcional presente.
Feliz Pascua de Resurrección a tod@s.
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