A mediados del año pasado mi buen amigo Daniel Olaya me contaba que hablando con unos amigos mexicanos en Sevilla, y al decir que era de Cabra, le respondieron que conocían en México a un señor que llevaba a gala ser de Cabra. Se llamaba Virgilio Fernández del Real y con 100 años de edad seguía teniendo a Cabra como uno de sus lugares más recordados desde su exilio en aquel país.
Nos pusimos manos a la obra a buscar y ciertamente encontramos numerosas aportaciones, entrevistas, historia, reseñas y artículos sobre él. Iba a cumplir 101 años e intentamos ponernos en contacto con él a través del correo eletrónico. Lamentablemente su fallecimiento a finales de diciembre de 2019 impidió ese contacto esperado y continuamos buscando documentación. Gracias a Estela Cordero pudimos comprobar todo lo que nos habían dicho aquellos amigos mexicanos y efectivamente, Virgilio llevó a Cabra siempre en su recuerdo.
Nos cuenta Estela cómo recordoba sus juegos en las Escolapias y luego sus estudios en el Instituto, así como las correrías de niño para coger ranas o cangrejos en la Fuente de las Piedras. Vinieron a Cabra hace algunos años, intentando recordar aquellos lugares que siempre tuvo vivos en su memoria y que con tanto énfasis mantuvo desde los felices años de infancia y adolescencia. Algunas fotografías familiares han sido parte importantísima de sus recuerdos en el exilio mexicano donde, junto a su hermano, pudo conocer a Pedro Garfías (1901-1967), otro antiguo alumno de que murió en México y está enterrado
en Monterrey.
Gracias a la conservación de los expedientes literarios o académicos de antiguos colegiales y alumnado que se conservan en el Instituto y Fundación Aguilar y Eslava, buscamos el de Virgilio y pudimos encontrarlo.
Así conocimos buena parte de su trayectoria vital de los primeros años de su vida. Nació en Larache, en el entonces protectorado español en Marruecos, en 1918. Con apenas seis años vino con sus padres, Mariano y Carmen, a Cabra donde comenzó sus estudios primarios en el colegio de las Escolapias. Tenía cuatro hermanos y su padre era comerciante. Por los datos que conservamos en el expediente académico eran "pobres" y por eso solicitan en varios cursos la matrícula gratuita que les fue concedida para cursar el bachillerato en el Instituto Aguilar y Eslava.
Cuando llegadas estas fechas hemos contactado en varias ocasiones con Estela Cordero, nos confirma que Virgilio quiso que sus cenizas vinieran a Cabra, su ciudad recordada a lo largo de tantos años. Y así se está preparando un sencillo homenaje a este antiguo alumno del Aguilar y Eslava en fechas próximas.
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