La época
hispano-romana de Igabrum es una de las facetas de nuestra historia local más
interesantes y atractivas. Gracias a los restos arqueológicos y a los estudios
que se han suscitado en torno a ellos, podemos conocer mejor cómo era. Sabemos
bastante del Mitra y lo que le rodea gracias a los avances en la investigación
en torno a esta bella y única escultura de la Hispania Romana sobre tan
singular divinidad irania.
Pero quizá
es menos conocida, o al menos a mí me pasaba, otra de las religiones que hubo
en Igabrum y que, gracias igualmente a los testimonios epigráficos que se
conservan, permite acercarnos a un sugerente e interesante debate. Me refiero
al culto que tuvo en Igabrum la divinidad egipcia ISIS.
Isis,
“Señora de las Pirámides”, Gran Diosa de la fecundidad, por decir alguno de los
muchos atributos que le asignaron sus devotos, aparece como uno de los cultos
que profesaban los igabrenses de los siglos I y II d. C. Así lo atestiguan dos
piezas singulares que desde la segunda mitad del siglo XX, suscitan una
polémica científica muy interesante.
Isis
aparece en la antigua Igabrum como deidad nilótica equiparándose con una Isis
fluvial que antecede a la Isis Pelagia, protectora de la navegación. Para los
historiadores, su presencia en Cabra constituye “una de las pruebas de que
Igabrum se emplazaba sobre una importante red comercial”.
Sobre cómo
llegó el culto a Isis en Igabrum, la profesora Mª Luisa Sánchez León, en
su libro “Economía de la
Hispania Meridional durante la dinastía de los Antoninos”, (USAL, 1978) plantea que
Igabrum sería un lugar con importantes conexiones comerciales de ahí la
presencia de este culto egipcio y la existencia de un colegio profesional en
torno al mismo. El hecho de que sea un
colegio profesional el que dedica las piezas arqueológicas que comentamos,
incide en esta importancia comercial o económica de la zona y de su
organización en los siglos I y II d. C.
En 1957 se
documenta la primera escultura y se inician las aportaciones científicas en
torno a su origen, sentido y
circunstancias. Quién primero habla de la pieza A. Garcia y Bellido, se refiere
a ella como manifestación de la devoción del colegio de fabricantes de lucernas
que tenían a Isis por patrona, los illychiniarius.
“Se trata de
una estatuilla de mármol blanco, de grano fino y cristalino, que no parece de
origen local, sino italiano. Representa un personaje (unos dicen que varón
otros que mujer), recostado en una peana de 46 cm . de ancho. Le faltan
los pies y parte de las piernas, la cabeza y el cuello, el brazo derecho y la
mano izquierda”. (Así la describe Blanco en su trabajo “El Nilo de Igabrum” en
la revista Habis, 2 US, 1971).
En la parte
delantera tiene una inscripción en dos líneas:
T. FLAVIUS V(ic)TOR
COLLEG(IO)
ILLYCHINIARIO(RU)M PRATI NOVI D(ONUM DEDIT)
Leiden, en
1967 identifica a los illychiniarius como colegio de ceramistas, fabricantes de
lucernas que tenían a Isis por patrona y le rendían culto organizado. Blanco
Freijeiro en 1971 cambia el discurso y sostiene que la grafía ha sufrido rotura
y que en realidad debería ser siliginiarii, estableciendo que se trataba de
un corporación oficial de panaderos “que cocían pan blanco”. Incluso sugiere
que el patrum novum del que habla la inscripción sería Igabrum como productor
de trigo: “en ningún lugar mejor que en Cabra, atalaya de la triguera campiña
cordobesa, se podía reverenciar a este Nilo equiparado con el Triptolemo
eleusino por la aguda pluma de Ateneo”. La escultura es masculina y representa
para él al Nilo. Tanto García y Bellido como Lucía Segura, sostienen que “por
sus atributos puede representar perfectamente a Isis como deidad flluvial y más
concretamente nilótico”.
J. Gil
(Habis 4, US 1973) explica el significado etimológico del término ILLYCHINIARIORUM, sugestivo por sí
solo, y concluye que ha de referirse a los que fabricaban las mechas para las
lucernas que, al estar hechas de papiro, dedican una estatua con la representación
del río Nilo, de donde procedía el material. Lucía Segura en 1988 mantiene que
sería un colegio profesional de canteros, “cuyo principal instrumento fue la
lucerna, instrumento sagrado presente en las ceremonias isíacas”, afirmando que
los illychiniarii tendrían un papel destacado en las procesiones con ISIS
llevando lámparas o lucernas sagradas. E insiste: “el nexo de unión lo
constituirían las lucernas, como símbolo sagrado en el culto isíaco e
instrumento de trabajo en estos profesionales”.
A.T. Fear (Isis and Igabrum, en Habis,
20 US 1989), no acepta la interpretaciones previas sobre los illychiniarius ni
como fabricantes de mechas, ni como panaderos, ni como canteros. Para él se
trata de un colegio de carácter religioso, perteneciente al culto isíaco y que
“este Nilo representado en la estatua igabrense es Isis”.
Sobre el culto a Isis en Igabrum, contamos con otra inscripción, en una lápida, dedicada a una igabrense, llamada Flaminia
Pale.
Éste es el texto:
Lucía Segura Arista aporta un detallado análisis de estas
inscripciones en un libro de 1988, “La ciudad íbero-romana de Igabrum”, al que
remito para conocer mejor Igabrum. Sobre esta lápida apunta varias notas de interés al respecto.
Se vincula una autoridad religiosa del culto a Isis con la religión oficial (Piedad Augusta); señala que es el municipio a través de sus autoridades (Ordo Municipio Municipium Igabrensium), quien dedica este honor, incidiendo en el carácter oficial del culto; nos dice un nombre, Faminia Pale, que es sacerdotisa “isiaca igabrensis”, mujer con una dignidad importante y finalmente testimonia el culto a Isis en todos los elementos sociales de la antigua Igabrum. Nada conocemos sobre si existió un iseum, como el que se encuentra en Baelo Claudia, datado en 1980, quizá el mejor de todos los restos arqueológicos del Imperio Romano y testimonio de la importancia del culto de la diosa egipcia en la Península.
Se vincula una autoridad religiosa del culto a Isis con la religión oficial (Piedad Augusta); señala que es el municipio a través de sus autoridades (Ordo Municipio Municipium Igabrensium), quien dedica este honor, incidiendo en el carácter oficial del culto; nos dice un nombre, Faminia Pale, que es sacerdotisa “isiaca igabrensis”, mujer con una dignidad importante y finalmente testimonia el culto a Isis en todos los elementos sociales de la antigua Igabrum. Nada conocemos sobre si existió un iseum, como el que se encuentra en Baelo Claudia, datado en 1980, quizá el mejor de todos los restos arqueológicos del Imperio Romano y testimonio de la importancia del culto de la diosa egipcia en la Península.
Fueran
fabricantes de lucernas, trabajadores de las canteras, fabricantes de mechas de
papiro para las lámparas, panaderos o colegio religioso, lo que está claro y es
incuestionable es que formaban colectivo organizado que rendían culto a Isis en
Igabrum, reconocido oficialmente y que dejaron pruebas de todo ello en las dos
piezas a que nos hemos referido.
Estas
piezas se encuentran en el Museo Arqueológico de Córdoba, aunque en la última
remodelación no las hemos visto expuestas. Tampoco hemos visto referencias a la
presencia de estas religiones en Igabrum, aunque los datos en trabajos
científicos si que manifiestan su relevancia. Para J. Alvar Cabra (Igabrum) es, con
Mérida (Emerita Augusta) y Valencia (Valentia), "el tercer municipio hispano-romano de culto colectivo a
Isis". Lucía Segura, en su monografía mencionada, al hablar de los cultos
orientales afirma que éstos “constituyen el apartado de más representación en
Igabrum”. Supongo que esa relevancia, no ha sido tenida en cuenta por los
responsables del arqueológico provincial que han dejado olvidadas tan
significativas piezas igabrenses en el Museo cordobés.
Por casualidad (¿?) me topé con estos documentos hace apenas unos días, buscando información sobre una pieza romana del siglo II d.C. que se encontró en el Cortijo Ribero y que está en el Arqueológico Nacional. Entonces recordé que había oído hablar de Isis y de los Illichyniarius en Cabra. Y me di cuenta que todo esto pasaba en torno a la fecha del 12 de agosto en que tenía lugar en el antiguo Egipto y luego en Roma, la Lychnapsia o fiesta de las luces en honor a Isis. En la radio escuchaba que ese mismo 12 de agosto se hacía público el ganador de la “lámpara minera” del concurso de cante de La Unión. Y coincidía con la noche más activa de las Perseidas.
Luces, lámparas, minas, cultos, canteras… ¿casualidad?.
Se puede
consultar la Revista Habis – Universidad de Sevilla en el siguiente
enlace:
2 comentarios:
Como siempre, Antonio Ramón, muy interesante y documentado tu artículo. Despierta el interés por conocer todo lo que ha rodeado y rodea nuestras vidas, buscando explicaciones en la noche de los tiempos.
Excelente artículo.
Siento mucho no poder compartir en la red.Saludos.
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