Radio Atalaya FM 107.3

lunes, 25 de diciembre de 2006

OTRA NAVIDAD ¿ES POSIBLE?

Hay que ver la gente que hay por las calles estos días. La cantidad de tiendas que ofrecen escaparates cargados de objetos para obsequiar y regalar que previamente, está claro, hay que comprar. No hay lugar que quede fuera de esta pasión por comprar y gastar en estas fechas. A ello nos ayuda la decoración de tiendas, calles y centros comerciales: a veces pienso que en vez de desear felices fiestas lo que nos están diciendo es ¡Felices Compras!.

Y claro, con las calles iluminadas con esas luces tan propias que están puestas desde antes del puente de la Inmaculada, antes que empezara el adviento, más ganas nos entran de echarnos a las tiendas y bares. Hay que ver, cuanto antes se empieza, más tiempo pasamos consumiendo y gastando, que eso es síntoma de navidad. Cuanto más tiempo tengamos ese decorado puesto, más tiempo estaremos gastando. Que para eso vivimos en una sociedad rica que no tiene carencias.

Si damos un paseo nos encontraremos con muchas personas que nos felicitan y llevan bolsas y paquetes. Nos preguntan si nos ha tocado algo en la loteria y que por lo menos tenemos salud. Y que estampa más graciosa la de esa pandilla de jóvenes que se envuelven en espumas de colores, con gorros de papanoel y petardos que tan peculiar sonido dan a las calles en estas noches. Es bonito ver todo ese “ambientazo” que nos muestra la navidad en las calles.

De pronto me encuentro con unos jóvenes que se acercan para pedir algún dinero para una campaña solidaria de ayuda a los que tienen menos; y luego un cartel de Manos Unidas y de otra asociación de ayuda a los refugiados, a los niños saharauis, a los sin techo y a los inmigrantes que por no tener, no tienen ni papeles. He de confesar que el espíritu de la navidad me lleva a echar mano a alguna moneda y sentirme reconfortado, que con ella ayudo a personas que lo necesitan más que yo y total con lo que gasto estos días unas monedas más o menos no suponen tanto.

En fin de pronto me acuerdo de todos esos mensajes de consumo sin límite, de deseos de paz, solidaridad y esperanza que se lanzan por doquier. De los miles de euros que se gastan las entidades públicas y privadas en colocar adornos, bombillas, árboles de navidad y hasta en poner estupendos “nacimientos” para rememorar el sentido de la Navidad.

Por cierto, ahora que me acuerdo, si es que el sentido de la Navidad era otro distinto a lo del consumo, las fiestas, los bares y los adornos de las calles. De pronto me he acordado, mira por donde, mirando ese nacimiento, que la gran noticia de la Navidad es que un niño nació humilde y pobre, sin casa ni posada, sin ropas ni riquezas, para ofrecer al mundo un mensaje universal de amor, paz y solidaridad. Y me encuentro con un sabor agridulce. Tal vez el reflejo de una contradictoria idea que me ronda la cabeza y que surge al descubrir la gran distancia que hay entre lo que de verdad celebramos y en lo que hemos llegado a convertirlo.

¿Podremos recuperar el sentido de la Navidad y hacerlo presente cada día del año con los que tenemos más cerca y los que están más lejos?

¡Feliz Navidad!

3 comentarios:

José M. Jiménez dijo...

Creo que es una obviedad que no se puede recuperar ese espíritu. Al menos de forma global. De forma individual, e incluso familiar, esta claro que ese espíritu pervive en muchos de los hogares de nuestra querida Cabra.

Ahora sí, la Navidad es, cada vez más y con gran diferencia, la fiesta del consumo. O al menos asi me lo dice mi bolsillo.

Juluse dijo...

Funcionamos así, no nos queda otra, cualquier celebración, por religiosa que sea, acaba o en borrachera o en desbocado frenesí consumista. El rocío, la Semana Santa, ferias en honor al cristo de tal, o a María Santísima de cual, quizás se libran los entierros, quizás.
Es la sociedad que entre todos hemos creado, ahora yo te compro a ti, mañana tu me compras a mí, así es nuestro sistema económico. Creemos que la felicidad viene envuelta en papel de regalo, y si, se puede llamar felicidad a lo que siento al ver la cara de mi niña cuando abre un regalo, pero esa felicidad es tan efímera, y sencilla que ni se parece la que siento cuando me demuestra su cariño con un abrazo, que además es gratis.
Seamos dignos de lo que otros hacen por nosotros, y agradecidos con la vida que tenemos. Quizás ese sea el espíritu navideño.
Saludos.

Unknown dijo...

La religión se adueñó de las fiestas paganas, fue imposible recuperarlas. Ahora hay revancha, el consumismo se adueña de las fiestas religiosas, véanse la propia Navidad, la misma Semana Santa, las comuniones, las bodas, los bautizos...
Lo bueno de cada uno lo llevamos consigo día a día, esa es nuestra fiesta que sí que compartimos con quienes nos rodean, y esa, al menos a mí, no me la robará nadie.
Saludos y enhorabuena por el blog.